París, Francia - En un giro agridulce de los acontecimientos, Noah Lyles ganó una medalla de bronce en la final de los 200 metros de los Juegos Olímpicos de París, una carrera en la que había sido la fuerza dominante en los últimos tres años. A pesar de haber dado positivo por COVID-19 sólo dos días antes, Lyles decidió competir y acabó tercero con un tiempo de 19,70 segundos.
La decisión de Lyles de correr, a pesar de su diagnóstico, puso de manifiesto su dedicación y su pasión por el deporte. Sin embargo, su actuación no estuvo a la altura de las expectativas creadas por su anterior dominio en los 200 metros. Se suponía que ésta iba a ser su carrera emblemática, y muchos esperaban una medalla de oro.
La medalla de oro fue para Letsile Tebogo, de Botsuana, que marcó 19,46 segundos, mientras que el estadounidense Kenny Bednarek se hizo con la plata con un tiempo de 19,62 segundos. Se vio a Lyles, que se esforzaba visiblemente durante y después de la carrera, intentando recuperar el aliento mientras los entrenadores le atendían en la pista.
Lewis Johnson, de la NBC, y la BBC confirmaron que Lyles había dado positivo por COVID-19 dos días antes de la carrera. Su decisión de competir, aunque valiente, puso de relieve los importantes retos a los que se enfrentaba. El virus parecía minar su fuerza, impidiéndole ofrecer el tipo de rendimiento que se había convertido en su sello distintivo.
Lyles aspiraba a convertirse en el primer atleta olímpico en ganar las pruebas de 100 y 200 metros desde Usain Bolt en 2016. Su tercer puesto, aunque meritorio dadas las circunstancias, estuvo muy lejos del dominio que había mostrado en los preparativos de los Juegos Olímpicos.
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