Ha sido un torneo de la NCAA histórico para el baloncesto femenino. Durante mucho tiempo, el baloncesto femenino -ya sea en la NCAA o en la WNBA- se ha visto eclipsado por el masculino. De hecho, durante la mayor parte de su existencia, la WNBA ha funcionado con pérdidas. Este año, sin embargo, todo ha cambiado, y el cambio ha comenzado a nivel universitario. Los deportes femeninos están en medio de una revolución que ha catapultado su popularidad y, por primera vez en la historia, la Locura de Marzo no giró en torno a lo que lograban los deportes masculinos, sino que el epicentro se centró en lo que hacían las damas en la cancha. ¿Cómo sucedió esto?
La aparición de la superestrella Caitlin Clark
El fenómeno Caitlin Clark es difícil de cuantificar. Ha revolucionado el baloncesto femenino de un modo similar a como Steph Curry revolucionó la NBA con su tiro de tres puntos. Clark ha sido la jugadora de baloncesto femenino más dominante de los dos últimos años y está entre las candidatas a mejor jugadora de todos los tiempos. Su palmarés incluye:
-2x Jugadora AP del Año
-3x Jugadora Big Ten del Año
-2x Jugadora Naismith del Año
-Mayor número de puntos en la historia del Torneo de la NCAA
-Líder anotadora femenina de todos los tiempos en la NCAA.
Clark desempeñó un papel decisivo en la revolución que estamos viendo hoy en día en el baloncesto femenino. Sin embargo, no es la única mujer con talento que domina este deporte. Este deporte ha tenido grandes superestrellas, como Diana Taurasi, Skylar Diggins y Maya Moore. Pero Clark está haciendo algo que este deporte aún no ha visto. Lanza triples de más de 10 metros con regularidad y acierta tiros imposibles desde casi media cancha. Cuando está en la cancha, la energía es electrizante, similar a la de LeBron James, Steph Curry o Michael Jordan. Es una jugadora que cambia las reglas del juego, no sólo en el partido individual en el que juega, sino en general, ya que está cambiando la forma en que se presenta el baloncesto femenino. Su ascenso recuerda a lo que Ronda Rousey hizo por las mujeres en la UFC, donde Rousey fue taquillera, sólo rivalizada por Conor McGregor en su apogeo. Clark ha tenido el mismo efecto en el deporte universitario.
¿Cuál ha sido el impacto de Clark en las cifras de audiencia? La victoria de Iowa sobre LSU atrajo a más de 14 millones de espectadores. Fue el partido de baloncesto de ESPN más visto, a nivel universitario o profesional, de la historia. Por poner un ejemplo, el año pasado las finales de la NBA entre los Heat y los Nuggets alcanzaron un máximo de 13 millones de espectadores.
Competición en su punto más alto
No fue sólo Caitlin Clark; el baloncesto femenino cuenta con algunas jugadoras de prestigio que han elevado el nivel del producto. Angel Reese para LSU ha sido una fuerza con su talento y con su personalidad. Reese no tiene miedo de decir lo que piensa, y respalda su bravuconería con un juego hermoso, una fuerza en ambos extremos de la pista. La rivalidad de LSU con Iowa este año, con una revancha entre Reese y Clark en la Elite Eight, atrajo a más de 12 millones de espectadores, batiendo récords de audiencia en la Elite Eight. Sólo ese partido superó los 11,6 millones de telespectadores que promedió la serie de las Finales de la NBA del año pasado.
Aparte de Reese, se produjo el ascenso y la redención de Paige Bueckers, de UCONN. Bueckers fue una de las mejores jugadoras del torneo y estaba considerada como una de las tres mejores jugadoras del mundo. Bueckers, que había estado lesionada durante dos años, tuvo un regreso triunfal este año y arrasó en el baloncesto universitario, convirtiéndose en una de las mejores jugadoras del mundo. La Final Four de UCONN contra Iowa fue el partido que batió todos los récords de audiencia y enfrentó a dos de las mayores superestrellas del juego, Clark y Bueckers.
Luego está el supernovato Juju Watkins, que firmó una histórica campaña de primer año con una media de 27,1 puntos, 7,3 rebotes y 2,3 robos por partido. Extremadamente atlética y ya imparable, existe la creencia de que será aún más dominante que Caitlin Clark y Bueckers.
Cuando se mira a la reserva de talento que estuvo presente en este torneo, el baloncesto universitario masculino no tuvo nada tan talentoso o tan emocionante como lo que el baloncesto femenino tuvo este año.
Dominio de Carolina del Sur
La otra historia de este año fue el dominio de un súper equipo en Carolina del Sur. Vencieron a todos los rivales a los que se enfrentaron, incluso vengándose de su única derrota en los dos últimos años, una derrota en el torneo ante Caitlin Clark y Iowa en el torneo de la NCAA del año pasado. Carolina del Sur vengó su derrota, sobreviviendo a un aluvión de 18 puntos de Clark en el primer cuarto y logrando una victoria por 87-75. Un equipo dominante, que se convirtió en el cuarto equipo universitario de la historia en lograr una temporada invicto, terminó el año de forma histórica.
Una temporada con jugadoras revolucionarias que redefinieron el juego, personalidades eléctricas, un nivel de talento que sigue evolucionando y superequipos dominantes como LSU, Iowa y el gigante que fue Carolina del Sur, impulsaron el torneo femenino a cotas históricas, superando a la NBA y a la March Madness universitaria masculina. Este año podría ser el año en que el baloncesto femenino adquiera una relevancia sin precedentes, desafiando a la canasta masculina como un legítimo contendiente para la audiencia. El baloncesto femenino ha llegado y está aquí para quedarse.
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